Símbolos políticos: los colores partidarios
Como tantos otros aspectos de una marca, los partidos políticos modernos no eligen al azar sus patrones de color: los tonos también comunican. Hoy repasaremos los significados asociados históricamente a varios de los colores más populares utilizados en el imaginario político occidental.
Azul
El color azul se ha vinculado tradicionalmente al cielo, la pureza, la vastedad o el infinito. Tiene también connotaciones monárquicas (es el color regio francés, junto al blanco), aristocráticas (la sangre azul) e incluso divinas (herencia de algunas representaciones de deidades egipcias y de la iconografía cristiana). El azul suele ser el color escogido en Occidente para representar a los partidos del ámbito conservador, democristiano o liberal. Se asocia con la calma, la estabilidad, la permanencia y la reflexión, valores muy reivindicados por la tradición conservadora europea.
Se da una curiosa excepción en cuanto a su asociación con la derecha política en Estados Unidos, donde los republicanos ostentan el color rojo y son los demócratas los que emplean el azul. Esto se debe a la influencia de los medios de comunicación norteamericanos: originalmente ningún color concreto se asociaba a estos dos partidos, pero los códigos de color otorgados a republicanos y demócratas por las principales cadenas al presentar debates y encuestas terminaron siendo aceptados por los propios partidos.
Al comienzo cada cadena presentaba su propio esquema de colores. Por ejemplo, la cadena NBC se guiaba por los patrones británicos y representaba los estados ganados por los demócratas como rojos porque el color rojo en Reino Unido se identificaba con el Partido Liberal, y el azul con el Partido Conservador. Dado que a los demócratas se les denomina liberals (liberales) en su país y los republicanos se denominaban conservadores, la elección parecía clara. Sin embargo esto cambió decisivamente durante la campaña electoral de 2000, y los colores se invirtieron.
También algunos partidos de línea fascista (o de extrema derecha) han hecho suyo el color azul. De ahí, por ejemplo, los camisas azules de Falange, los militantes de Solidaridad Francesa o del Kuomintang chino.
A su vez, organizaciones supranacionales y alianzas internacionales como la UE, la ONU o la OTAN escogieron distintos tonos de azul como colores predominantes en sus logos.
Rojo
El color rojo es uno de los más utilizados en política, junto al azul. En la tradición simbológica está considerado como el más cálido y estimulante, a la par que contradictorio: es tanto el color del amor y la pasión como el de la sangre y la guerra; el de la buena suerte y la amenaza; el de la fertilidad y el infierno. El fuego, relacionado con este color, es símbolo de purificación y de castigo. De ahí que con frecuencia se haya visto el rojo como representativo de cambios bruscos, radicales y notorios: de revoluciones.
Es, sin duda, el color favorito de la tradición de izquierdas y progresista, tanto en la rama revolucionaria y extremista como en la reformista y demócrata. A pesar de sus abismales diferencias, el color rojo es reclamado tanto por el Partido Comunista Chino como por el PSOE; tanto por los militantes del Partito Democratico italiano como por el imaginario norcoreano. El anarquismo también tiene el rojo como color predilecto, junto al color negro.
Como tantos otros conceptos y símbolos políticos modernos, el origen se halla en la deriva radical de la Revolución Francesa. Desde 1791 se izó la bandera roja como indicativo de la proclamación del estado de sitio en París, por ejemplo durante el asalto al Palacio de las Tullerías. Muchos revolucionarios proto socialistas adoptaron la bandera roja como recordatorio de sus compañeros muertos durante las revueltas y signo de insumisión, no solo al poder monárquico-aristocrático que se desvanecía sino también hacia el nuevo poder republicano-burgués.
Pero fue en 1871, en la revuelta de la Comuna de París, cuando la bandera roja se tornó más representativa de las facciones socialistas. Terminó siendo el color indicativo de la pertenencia (y conciencia) de clase y fue adoptado a lo largo del siglo XIX por el movimiento obrero de vertiente marxista. Tanto la Unión Soviética como sus líderes eligieron y exportaron el color rojo como símbolo de la eterna revolución. Hoy es asumido de forma más retórica que literal, por la tradición socialdemócrata.
Verde
La clorofila da a las plantas el color verde, que se ha asociado históricamente con la naturaleza. Ya los egipcios pintaban al dios Osiris de verde, pues no solo era la deidad de los difuntos sino también la de la vegetación. El verde posee connotaciones de vitalidad, juventud, frescura, fertilidad, primavera y esperanza. No es de extrañar que los partidos y movimientos ecologistas, que ponen la naturaleza como prioridad de sus programas, se denominen incluso como “partidos verdes”. El grupo parlamentario europeo de Los Verdes (European Greens), por ejemplo, engloba varios partidos ecologistas.
No obstante otros partidos, muy distantes ideológicamente del ecologismo, también han escogido el verde. Es el caso de partidos y movimientos islamistas (a favor de estados confesionales) o algunas fuerzas nacionalistas y de derecha radical como Vox, que lo eligió como símbolo de “vida y esperanza”.
En la misma pieza sobre Vox publicada por 20 minutos se entrevista a la psicóloga emocional Ciara Molina, que afirma: “El color tiene un impacto grande en el hemisferio derecho del cerebro, que es el que gestiona las emociones (…) Las imágenes generan emociones, las emociones se asocian a procesos químicos, y podemos influir en ellas con los colores”. Es por esto que los partidos o grupos civiles de ámbito político tienen clara la importancia de no escoger mal los colores.
Blanco
En Occidente el blanco simboliza la pureza, lo sagrado, la inocencia. También la neutralidad (de ahí la bandera blanca que comunica rendición). Más allá de sus connotaciones religiosas, existentes desde el hinduismo al cristianismo, en el ámbito occidental el blanco se ha asociado con la monarquía. Los pendones y estandartes de varias casas reales incluyen el blanco. En Francia se vinculaba con el estandarte de Juana de Arco y poseía una identificación religiosa, además de ser el símbolo de la Casa Borbón.
Los revolucionarios franceses incluyeron el blanco junto a los colores azul y rojo de París para conformar la bandera francesa que conocemos hoy. El blanco implicaba una referencia a la monarquía constitucional que numerosos líderes de la Revolución intentaron llevar adelante, sin éxito como es sabido. La bandera de Israel, por ejemplo, combina dos colores asociados a la pureza, la divinidad y la monarquía mediante el blanco y el azul (y la estrella de David, también en azul), a pesar de ser una república.
Además de aparecer en movimientos pacifistas y con connotaciones monárquicas, el blanco es el color predilecto de movimientos de supremacismo blanco. El Ku Klux Klan o Nación Aria, entre muchos otros grupos racistas, emplean el blanco en una nada sutil referencia a la raza blanca. A menudo combinan ese color con cruces celtas en negro (o invirtiendo los colores).
Naranja
El naranja, mezcla de amarillo y rojo, posee el simbolismo de ambos colores. Suele representar el equilibrio entre la pasión del rojo y la espiritualidad asociada al amarillo. Puede simbolizar tanto lo mundano como la renuncia a ello (es el caso de las túnicas naranjas de los monjes budistas). En la Antigua Roma las novias vestían de naranja en las bodas como símbolo de permanencia matrimonial. La piedra preciosa circón, anaranjada, tiene connotaciones de fidelidad en varias culturas.
En el terreno político el naranja es quizá el color más impreciso. Ha sido escogido tanto por numerosos partidos democristianos como por movimientos secularistas, siendo el caso de la Internacional Humanista. Debido a su relación con la sensación de equilibrio o punto medio el naranja es también el color favorito de muchos partidos centristas y liberal-demócratas, como ha sido el caso de Ciudadanos en España, los Liberal Democrats de Reino Unido o Énōsis Kéntrou (Unión de Centro) en Grecia.
La Revolución Naranja, una serie de protestas cívicas de signo europeísta, democrático y liberal sucedidas en Ucrania entre 2004 y 2005, empleaban este color tanto en la denominación como en sus banderas. Así, en Europa de Este el naranja ha pasado a simbolizar posiciones democráticas anti-autoritarias y post comunistas.
Morado
En la Antigüedad el morado (y el púrpura) se asociaba con la opulencia y el poder, debido al elevado coste que suponía tintar las ropas con este color. En Roma el púrpura de Tiro o púrpura imperial era más caro que el oro y simbolizaba al emperador. Después, en tiempos medievales, quedaría asociado a la realeza y las altas jerarquías eclesiásticas.
Con el transcurso de los siglos el morado ha ido modificando esas asociaciones y ha quedado vinculado a ideologías o grupos muy distintos, pero con patrones comunes. El liberalismo y la francmasonería, por ejemplo, han tenido el morado como uno de sus colores predilectos, y su influencia en la simbología española, a través de la idealización de la revuelta de los Comuneros y la imaginería castellana, llega hasta nuestros días con la bandera republicana y la adopción del morado, en su versión más reivindicativa del republicanismo, por parte de Unidas Podemos.
Numerosos sectores del movimiento feminista han convertido el morado en su color representativo, mientras varios partidos liberales, libertarios y socialdemócratas siguen empleándolo.
Amarillo
Al igual que el naranja, es un color bastante impreciso en sus atribuciones simbólicas, pero suele asociarse con la primavera, el oro, la riqueza, el Sol y la claridad. No obstante también se vincula con la cobardía y la envidia en algunas culturas. En China se relacionaba con el emperador y era de su uso exclusivo. En Europa el Concilio de Letrán de 1215 ordenó, en sus cánones 68 a 70, que los judíos que vivían en territorios cristianos llevaran insignias amarillas como símbolo de “traición a Cristo” y “pueblo deicida”. Esta estigmatización fue recuperada mucho después por el nazismo para marcar a los judíos con estrellas de David amarillas.
En la política moderna el amarillo está hoy estrechamente vinculado con el liberalismo clásico y el libertarismo económico. De hecho la bandera libertaria se compone de un fondo amarillo con una serpiente y el lema “No me pases por encima”, en alusión al individualismo frente al estado.
En España el amarillo ha tomado connotaciones muy concretas al ser escogido por los sectores nacionalistas e independentistas de Cataluña para reivindicar sus peticiones de soberanía y denunciar lo que consideran una represión del estado. Atar lazos amarillos en vallas o clavar cruces amarillas en playas se ha convertido en un rito común del secesionismo catalán y de recuerdo de los que denominan “presos políticos”. El 17 de octubre de 2017, la Asamblea Nacional Catalana publicó en su cuenta de Twitter un llamamiento: “A partir de ahora, todos con un lazo amarillo en solidaridad con Jordi Sànchez y Jordi Cuixart”. Hay diversas teorías sobre la razón de la elección de este color, que van desde su presencia en la bandera senyera hasta conflictos simbólicos durante la Guerra de Sucesión (el amarillo sería propio de los partidarios austracistas).
Negro
Históricamente el negro ha simbolizado la ausencia de color y de luz y, en oposición a la pureza o sacralidad del blanco, ha representado el mal y la oscuridad. Lo escondido, lo clandestino, lo sobrenatural y oscuro, el infierno o la muerte (de ahí el negro luto, originalmente blanco en Europa). También era el color de la piratería.
En el ámbito político es el color preferido de dos ideologías opuestas: el anarquismo y el fascismo, cada una con sus variantes. En el imaginario anarquista y ácrata el negro, como ausencia de color, representa la ausencia de estado. En el fascismo, paradójicamente, simboliza el lema del Partido Nacional Fascista: “todo dentro del estado, nada fuera del estado”; y el nacionalismo rampante. Los anarquistas emplean a menudo banderas negras (herencia de protestas y revueltas del siglo XIX) y lo combinan con el color rojo. La imaginería de CNT es un buen ejemplo. Organizaciones descentralizadas como Antifa también gustan del color rojo junto al negro. En Estados Unidos se asocia el color negro con lo gubernamental (“los hombres de negro”, en referencia a agentes del FBI o la CIA).
El nazismo empleaba también el negro para la cruz gamada o esvástica, y lo combinaba con el blanco y el rojo. En Italia y otros países occidentales el negro no suele ser la opción de ningún partido o movimiento debido a sus connotaciones fascistas, y forma parte del imaginario de los grupos neofascistas, supremacistas y neonazis de todo el mundo.
En un orden simbólico opuesto, el negro es también reivindicado por grupos de poder negro (Black Power), como el Partido de los Panteras Negras o el actual movimiento antirracista Black Lives Matter. Algunos sectores del nacionalismo y separatismo negro también han asumido este color.
***********************
¡Gracias por leerme! Escribo por gusto y afán, por el periodista que soy y espero ser. Si te ves en ánimo de invitarme a un café mi Bizum es: 639564600
Con donaciones o sin ellas, ¡seguiré escribiendo! Un saludo.