Símbolos políticos: el gorro frigio
David Soler
El gorro frigio, una capucha roja con forma cónica, es quizá uno de los emblemas más reconocibles de la Revolución Francesa. Data de la Antigüedad, y se asocia hoy en día con los conceptos de republicanismo y libertad. Lo han empleado regímenes del pasado como las dos repúblicas españolas, y se puede encontrar en los símbolos nacionales de varios países alrededor del mundo, especialmente en las Américas. Pero no siempre fue así. De hecho veremos que, como con tantos otros símbolos políticos, su asunción republicana partió de una pequeña confusión histórica.
¿Por qué se le llama frigio? Porque procede, al parecer, de la región de Frigia (actual Turquía). Aparece ya en obras escultóricas grecolatinas, asociado a dioses orientales como Mitra o tracios como Bendis, pero a menudo se lo ha confundido con el gorro pileo, símbolo de la manumisión de los esclavos romanos. He ahí su identificación incorrecta en tiempos de la Edad Moderna y Contemporánea con la idea de libertad, ya que la manumisión era el proceso por el que un esclavo obtenía su liberación de la servidumbre. Una interpretación que quedaba bien asociada al proceso de abolición de la servidumbre feudal del Antiguo Régimen a finales del XVIII.
No solo el arte griego y romano muestra el atuendo como identificativo de lo oriental. Ya en tiempos medievales se encuentran representaciones en la imaginería cristiana que lo utilizan. Por ejemplo este mosaico del siglo VI sobre los “tres reyes magos de oriente”, Baltasar, Melchor y Gaspar, ubicado en la Basílica de San Apolinar el Nuevo en Rávena, Italia.
La relación entre el gorro frigio y el concepto de libertad se estableció más adelante, durante la Edad Moderna. Sabemos que en Francia eran populares como prenda durante ciertos períodos de inestabilidad social. En 1675 tuvo lugar la que sería conocida como Revuelta de los bonetes rojos, una rebelión ciudadana contra la impopular política fiscal de Luis XIV y los privilegios de la nobleza de Bretaña. Se considera una de las semillas revolucionarias previas al estallido de 1789.
Al otro lado del Atlántico el gorro frigio se convertiría en parte del universo simbólico norteamericano, fomentado por las élites pro independencia, con ejemplos tan relevantes como la sociedad patriótica de los Hijos de la Libertad (que formó parte de la lucha por la independencia de los Estados Unidos) y aparecería en el Sello del Senado estadounidense, hoy vigente.
Sin embargo fue de nuevo en Francia donde este elemento cada vez más politizado adquiriría su apariencia más emblemática y su vinculación definitiva (e históricamente errónea) con la idea de libertad. En 1789 el rey Luis XVI reunió a los Estados Generales en Versalles con el objetivo de buscar soluciones (o imponerlas) a las necesidades fiscales del Reino de Francia, acuciado por deudas y malas cosechas. Unas cortes estamentales terminaron derivando en la declaración de la soberanía nacional por parte del Tercer Estado y en su conversión en una asamblea nacional constituyente. La Toma de la Bastilla o la declaración de la Primera República francesa tras la ejecución de Luis XVI fueron algunos de los hitos más reconocibles de un momento histórico que marcó un antes y un después en el devenir político y social del mundo.
Postes de la libertad, árboles de la libertad…son decenas los símbolos de la Revolución que se apellidaban con alguna de las tres grandilocuentes palabras que resumían el fervor emancipatorio de la época: libertad, igualdad, fraternidad. En concreto los postes de la libertad hacían referencia a una práctica romana acontecida tras la caída de Julio César, que consistía en plantar un palo alto coronado con un gorro frigio. Asimismo los sans-culottes, milicias radicales y violentas que ejercían de “guardianas” de la revolución, llevaban este gorro.
La popularidad del símbolo explotó en el siglo XIX y se extendió desde entonces a numerosas representaciones de tintes liberales, republicanos y masónicos. Por ejemplo la Diosa Libertad:
Quizá la representación más famosa de La Libertad con gorro frigio es la pintura de Eugène Delacroix, La Libertad guiando al Pueblo (1830):
La personificación de la República Francesa, Marianne, porta también un gorro frigio y su imaginería llega hasta nuestros días como icono oficial del país galo:
La Primera y Segunda Repúblicas españolas generaron su propia personificación nacional de España a imagen del modelo francés. Se la conocería como “La Niña Bonita” y también como “la Matrona y el León”. En la proclamación de la Segunda República en abril de 1931 se documentó cómo muchos ciudadanos entonaban La Marsellesa en las calles y portaban bonetes rojos o frigios.
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Actualmente el gorro frigio ha conservado su significación y puede encontrarse tanto en protestas ciudadanas como en los escudos de numerosos países creados en la estela de las revoluciones liberales y nacionalistas del XVIII y XIX, tanto europeos como americanos.